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jueves, 5 de febrero de 2009

Desde el país de los dogones



Han trascurrido varias lunas. Belit empieza a sospechar que sus días en la tierra están llegando a su fin.

Los dogones están interesados en satisfacer su curiosidad. Le han explicado que los hombres se encuentran en la "cuarta tierra". Los "hombres con alas", en la "sexta tierra". No entiende nada. Ellos están en la creencia de que existe vida en otros mundos. Y otras historias más…

Le han hecho entender que han iniciado una ceremonia para saber qué hacer con él en el futuro.
Antes de irse a dormir, los intérpretes de las tablas de adivinación, han dibujado unos esquemas geométricos en la arena frente a la entrada de la choza que han habilitado de prisión. Tras una danza al son de una música agradable que ocupa parte de la noche se retiran a sus chozas a descansar. Al amanecer, analizarán en que parte del dibujo se paró el zorro durante el sueño de la tribu. Según la tabla que haya borrado con su cola, será su libertad o muerte.

El zorro se ha posado, borrado, el casillero que representa a Ogo. Ogo, el entrometido. Eso le ha salvado.

Belit ha visto, desde la única ranura, en su vigilia nocturna, a Sirio, la estrella más brillante del cielo. Más que el planeta Venus, y a su compañera que gira incesantemente a su alrededor sin tocarlo nunca. Es buena señal. No se sorprendió al amanecer, le dejaron en libertad. No había llegado la hora de pasar a ser uno de los remeros de barco de Ra.

Su mente da vueltas en torno a la tradición más sagrada de los dogones: Existe una tercera estrella en el sistema Sirio a la que llaman "emme ya" (sol de mujer). Que Amma dio al mundo su forma y movimiento, y creó seres vivos. Y que nuestro planeta Tierra forma parte de la placenta de Ogo. El supervisor del universo, es Nommo. El primer aterrizaje de Nommo en la tierra, le llaman, "el día del pez". Llegó del sistema de Sirio (tierra pura). Pero, no se sabe cuando volverá.

Belit-Seri, decide volver a Egipto.

Los vientos de los árboles de acacia, reverenciados por Annu, le traen noticias de Uxa. Cuando está descansando en un oasis del camino piensa: Qué hay tras las palabras de Uxa. Si no tuvieran esas bellas expresiones, podrían ser sombras que dan miedo. Sombras o silencios, no sé, pero dan miedo. Tengo que rezar a los dioses del templo de Alejandría. Zafiros difíciles de imaginar, imitan una esperanza perdida. Los mirtos que escuchan las profecías de los amores traicionados, no me hablan. Oigo el silencio dulce de la noche. Qué importa, aguantaré. El reloj de sol de las palmeras rodeadas de espejismo, no maca las horas. Tengo que confiar. Pero tengo que tener cuidado, la Vieja Luna me ha ofrecido granos de granada.Belit, se ha quedado dormido. Mañana tiene un largo recorrido hasta las orillas del Nilo Azul.

Atho

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